Matalahúga

Fuera como fuere que fui a encontrarme, con Mónica Fernández-Aceytuno. Escribir su nombre ya supone un cierto grado de conocimiento técnico de la lengua, la gramática. La gramática, esto es, la técnica que hace posible escribir lo que queremos decir. Esto que a muchos podría parecerle de perogrullo, hoy en día es, como un cuento chino, quizás un mito, pero en cualquier caso, algo del pasado.

Me encontré a Mónica, dónde podría ser sino, en ABC. Loaba el sábado en su columna, la fígura de José Antonio Muñoz Rojas. Pero en el fondo era una excusa para recordar a la tripulación, que todavía existen personas que aprecian el placer, de descubrir, una palabra. No todo está perdido.

La sociedad se mueve entre opiniones y sentimientos diferentes, en muchos casos opuestos, y es entonces cuando la palabra adquiere un valor, no canjeable en oro, bonos o papel alguno.

Es posible pensar en una sociedad en la que lo importante sea la comunicación fluida entre diferentes pareceres. Donde la confrontación sería un acto anecdótico. En el país donde siempre sabíamos utilizar la perfecta, la ideal, la mas oportuna, palabra, para ser entendidos.

Pero claro, no estamos en un país donde se premie el esfuerzo y la preparación. Y si cada uno puede hacer con su vida lo que quiera. Otra cosa es, cuando sus designios deban marcar mi vida, su vida y la de todos los que nos rodean. Aquí hablamos de lo público.
Poca tontería, a pesar que hoy estemos en manos de una casta friqui, con las cosas de comer.Con las vidas de los demás, no se juega.
Ahí tan sólo deberían acceder los mejores, los más preparados, o acaso preferiría que le abriera el corazón a su hija un becario. Es más, aunque le pareciera bien darle una oportunidad al becario preferiría un experimentado cirujano.

Mientras Pepiño Blanco, sus designios marcan nuestras vidas, pavoneándose de que miles de personas están mejor preparadas para el cargo que desempeña. Hay que joderse!.
Hágalo si el puesto es en el negocio de su primo, él sabrá. Pero no en el estado, lo público requiere otros perfiles para el cargo.

Mónica, cuando me la encontré en su columna tan solo hablaba de poetas. Matalahúga. Bella y sonora palabra, quizás poseer una letra muda le de una especial musicalidad.
Matalahúga, infusiones y empastos de matalahúga hacen falta en España. Ande el boticario mayor del reino a por ella, o sea depuesto por quien lo hiciere.