El Desierto y la Nada, el Vergel y la Tomatera

Pronto hará un año desde mi última entrada, como pasa el tiempo.
Por esas cosas de los gnomos de la informática no había manera de entrar en el administrador del blog. Probaba por aquí probaba por allá y no me reconocía, era como si la vuelta del "padre pródigo" provocará en el blog más miedo que ilusión.

Tan sólo quería comunicar a mis seguidores que pretendía volver a la práctica de las trescientas palabras como ejercicio neuronal, sin embargo mi engendro se resistía a mis atenciones.

Ha pasado casi un año, pero amigo que año. Cualquiera diría que además de alma esto dispone de intelecto. Una cosa es que sienta y otra que piense. O quizás oiga, vea en las combinaciones de ceros y unos que se cruzan por la red, la cruda realidad que existe fuera de Matrix.

Se protege, se defiende en un non faccere. La cobardía podría haberlo conminado al olvido, y tras él, la desaparición. Porque lo que no se mueve tarde o temprano desaparece. La erosión determina con la fuerza de las leyes físicas el incuestionable destino.

Ha pasado casi un año. Y el escenario se generaliza inmóvil. El capital refugiado, el talento pertrechado, asomando con cuidado por encima de la trinchera. El paisaje es estéril, desolador.

Y así seguirá a no ser que de nuevo volvamos al faccere. Se acabo el tiempo de los cobardes, todavía podemos evitar que la erosión acabe por borrar del mapa lo que fue. Cada uno con lo suyo, y el capital para lo que está, para hacer mas ricos a los ricos, y a su estela todos seguirán. Y si en dos días no convertimos el paisaje en un vergel, al menos sea en una tomatera. Como este blog.