Bienvenido a España, País de Libertades

Estaba de vuelta de nuestra vecina república, cuando la angosta carretera que rezuma verde por los costados, me situó casi sin darme cuenta, de nuevo en la piel de toro. Cruzar fronteras es algo que siempre me atrajo, claro que la génesis de esa atracción reside más en el concepto que en el acto físico en si.


En esta ocasión, como en muchas otras, volvía a España por el paso fronterizo de Les, no tan espectacular como la entrada al Valle de Aran por el Portillón, pero mas relajada y cómoda. Sin duda en esta época, la frondosidad que parece querer saltarse las cunetas para devorar el asfalto hacen de esta vía una de mis preferidas. Viajas en sombra y la abundante vegetación hace que en cada viraje descubras algo nuevo.

Hoy ya no queda apenas huella del antiguo puesto fronterizo abandonado en un lateral de la nueva circunvalación francesa. De no estar atento, es el paisaje el que reclama la atención, has cruzado un límite cartográfico sin la menor sensación… o sí.

Físicamente rodeas una gran roca y sin pena ni gloria cambias de país. Recuerdo los pasos por la Junquera cuando era niño. Sabía que nos aproximábamos porque mi abuelo, que conducía, cambiaba en sus comentarios el catalán por el francés. Su hermano y su hermana se quedaron allí hace ya mucho tiempo, cuando libertad era mucho más que una bonita palabra. Enormes carteles anunciaban el cambio que suponía cruzar ese límite, esa frontera y por descontado, Gendarmerie y Guardia Civil hacían el resto. Tanto de subida como de bajada era imposible no ser consciente de ese cambio de estatus que suponía cruzar la línea.

Es en ese mundo onírico, de sensaciones, donde esta vez, y tras muchos años, he vuelto a ser plenamente consciente del cambio de país. Y del cambio en mi país. Tras rodear la roca y cambiar el estado del asfalto un cartel me llamo tremendamente la atención. Antes del típico mensaje de bienvenida, antes que el recomendable cartel informativo sobre las velocidades legales, no había visto todavía el nombre de España sobre la bandera de la unión europea cuando, zas!. Aviso de control por radar. Y efectivamente pasados apenas unos metros, todavía envuelto en plástico, ese curioso ingenio vaciabolsillos, en posición de firmes a la derecha esperando mi paso. En toda una declaración de intenciones, el radar sustituye a un cartel que se intuye infinito en sus prohibiciones. Bienvenido a España, país de Libertades.

La España apepinada

La princesa – ahora cualquiera puede ser princesa- del pueblo –ahora cualquier barrio marginal se equipara a una bucólica villa rural- tendrá programa propio en prime time. The show must go on. Y España apepinada.

Opiniones las habrá como los colores, pero ay! de quien desde dentro de la profesión se escandalice, y por ende publicite gratuitamente dicho esperpento.

Naturalmente no distingo entre la del bollo y la de la vena. Una no es lo que sabe sino lo que hace con lo que sabe y para el caso, las dos hacen lo mismo. Ahora bien, ¿que pasa con la profesión?. Lo he visto en redacciones y cualquiera lo puede ver en directo. No hace falta acudir a la prensa rosa(?) para encontrarse la alargada y oscura sombra de las nuevas tecnologías. En la redacción se cambia la agencia efe por Twitter, y en directo!, dan por bueno el comentario de hace 2 minutos en facebook. Un periodista hecho y derecho en una tertulia política atendiendo su celular, iphone, ipad, isuputamadre, ...pero esto que es!! Celebre estallido off the record de nuestro entrañable Matías.

El ilustre Maestro, segunda generación de Maestros, fue pillado en monumental cabreo ante un fallo del directo que podría erosionar su credibilidad, qué opinará en la intimidad ante monumental disparate.

Porque la barbaridad no resulta del uso de herramientas determinadas sino de confundir la herramienta con la tarea. Y de esta forma las nuevas tecnologías que sin duda facilitan exponencialmente muchos trabajos, pueden ser causa de defunción de otros. En el periodismo el tratamiento de la información es ineludible, es, La Tarea , de cualquiera que quiera vivir de ofrecer información. Lo otro, son rumores, y para eso teníamos a la portera, a la verdulera, al quiosquero. Hoy tenemos a La Esteban.