Las noticias nos hablan del enésimo caso de matanzas en la corta distancia. Sí, crímenes acaecidos entre personas que comparten techo, como en el parricidio. Lo podemos disimular con estúpidos nombres como “Violencia de Género” o cualquier otro que requiera el show. Pero no es eso hermano no es eso. Bajo el pomposo nombre de “Autocontrol” aparecen algunos intentos de acotar, desde la libertad, algunos de los sacrosantos derechos de la sociedad de nuestros días.
Antaño también se pegaba a las mujeres lo que pasa es que no nos enterábamos y claro, eso no puede ser, solía croar la panoplia pogre. Claro, mucho mejor estamos ahora gracias a esas políticas de ministerios desaparecidos. Mucho mejor ahora, nos enteramos…y las matan. Coño que progreso.
Antes seguro que en muchas ocasiones, en muchas familias, en distintos lugares de la geografía, se producía un recalentón con tintes violentos. Hasta se llegaba a levantar la mano en un gesto amenazador, subían los decibelios, situaciones patéticas y a extinguir claro está. Pero caramba, antes de soltarle un guantazo a una mujer uno se lo pensaba, sabía que no era Normal… Hoy, ese Anormal, lo ve no menos de tres veces al día en televisión y lo oye un par de veces por la radio además de verlo en el diario mientras lo ojea con el cortadito o la cazalla en el bar del barrio.
El eterno dilema. A qué esperamos para sacudirnos los complejos. Corramos ese riesgo. La libertad no nos exonera de la responsabilidad. No más titulares sobre estos crímenes. No normalicemos lo Anormal. ¿Estaremos a tiempo?. Sólo la profesión es la que puede y debe regularse. El cuarto poder debe de una vez por todas ejercerse con un mínimo responsabilidad.
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