Recursos y Humanos II


El caso es que la ínclita compañía, a pesar de disponer de múltiples ramificaciones entre el sector público, y estar bien posicionada en numerosos países de varios continentes sufría un constante goteo de personal. El departamento de recursos humanos siempre andaba desbordado de trabajo. En búsqueda constante de nuevo personal. Intentando tapar así, esas goteras por donde se perdía el talento. Poco a poco, pero de forma constante.
Resultaba curioso que una empresa dedicada al cuidado del medio ambiente, reprodujera tan fielmente el ciclo natural del agua en su tratamiento de los recursos humanos. El calor de la acogida imitaba al poder del sol sobre los mares. El nuevo trabajador experimentaba una sutil pero constante elevación hasta situarse sobre el resto de mortales, estaba, se creía, en el cielo. Como con la evaporación del agua, también lo hacia su esencia, como humano. Ya era una nube. A partir de ahí, dependía de los vientos. A pesar de no disponer del gobierno sobre el propio rumbo, los dulces y cálidos alisios del inicio le permitían viajar y ver mundo. Pero el propio ciclo te arrastra hasta la costa, donde de manera inevitable tarde o temprano, aparece un obstáculo.
Entonces, no importa el tamaño de la montaña. Ni del problema. No decide la nube, sino el viento. Aflojar en su intensidad para que todo fluya y se supere el obstáculo. O mantener la fuerza pretendiendo quizás tumbar la montaña, ¿con una nube?. En cualquier caso, hace tiempo que el individuo dejo de controlar su destino. Hace tiempo que está en manos de los caprichos del viento. En cuanto la presión llegue a un punto, se precipitara como gotas de lluvia, o de talento. Debiendo iniciarse de nuevo el ciclo. Que trabajo más fértil para la tierra, que trabajo más estéril para los recursos humanos.
(continuará...)

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