Cautivados por la antigua Persia

Anda estos días revuelto el patio, algo que ya empieza a ser exasperantemente usual, a vueltas con los gazapos de nuestra casta política. Pues va uno de estos y monta la de San Quintin a propósito del Bono del Metrobús. El ínclito parlamentario negaba su existencia declarando en paralelo su ignorancia supina sobre la realidad de la calle. No es baladí en quien representa a los amos de la soberanía nacional, esto es, el pueblo, la calle.


Da la impresión que esa admiración por lo oriental nos ha traído alguna de sus figuras a occidente, y de tal manera les ha cautivado que ahora muchos quieren ser , o así se conducen, como Sátrapas. Claro está que lo que pudiera ser bueno para la antigua Persia, rechina en el occidente del siglo XXI.

Mientras, una señora con cancer que dice que a pesar de todo, igual le da tiempo a hacer campaña entre chute y chute de radioterapia. Que lo que más le gusta es hacer campaña por aquello de estar en la calle en vez de en los despachos. Pero claro, por muy pizpireta que resulte la Señora, es facha, y entonces no cuenta. Porque en este país, España, ser facha es tanto como pertenecer a otra casta, la de los invisibles. Si se hace visible, entonces directamente el sambenito es, de extrema derecha.

Pocas cosas tan nobles como servir a la comunidad, aunque no debiera ser oficio, el más alto grado de nobleza esta en la función, y de ellas, la que desarrollan los parlamentarios. Porque deben ir acompañadas de importantes dosis de sosiego, disposición a la renuncia de propios por comunes, y sobretodo de ejemplo y proximidad.

En la cúspide del honor que supone representarnos para gobernarnos están los miembros que deciden nuestras vidas. No como algo etéreo sino real, del día a día. De como ir a la compra y comprar conejo, de como ir por la carretera e ir a paso de burra, de cómo tomarse el cafelito y que sea sin fumar (atentos a la sacarina aprovechen), y ahora, la más alta dignidad en asuntos energéticos también nos dice que zapatos poner a nuestro coche... coño no existen!

La antigua Persia que tiene mucho tirón.

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