El descubrimiento de la fotografía

Me asaltan recuerdos de la época casadera. Todos a lo largo de nuestro ciclo vital tenemos épocas en función de nuestra quinta. La primera suele ser la de las bodas. Llega un momento en el que todo tu entorno le da por casarse y tarde o temprano toda la cuadrilla pasa por el altar o ayuntamiento, al igual que luego llegan los bautizos, comuniones y demás, siempre en espacios acotados por el tiempo. De manera que es difícil sustraerse de la moda/presión del entorno, y hasta el colega mahometano quiere vestir a su niña de princesa y llevarla a la catedral.


Ahora llega la época del juguetito tecnológico del momento, los dispositivos móviles de comunicación, “esmarfon” para los amigos, e “ifon” para los que suelen vestir camisas con mas pegotes que un piloto de carreras.

Los recuerdos que vuelven no hacen referencia al maravilloso ágape nupcial ni siquiera a la noche de la despedida de soltero/a, que va, supone el duro trago que pasamos en la postboda. Pasados unos días y a la vuelta de su viaje, es cuando la pareja recién casada te proponía la fantástica idea de “¿queréis ver las fotos?”.

De tal forma que hoy el mundo parece dividido entre los que andan todo el día mirando una pantallita como si fuera una brújula marcando el rumbo, y el resto. El handicap para los que somos el resto está en tener que aguantar una y otra vez esa fase postboda que creíamos , por nuestra edad , ya superada. ¿Cuánto tarda el nuevo propietario del juguetito en mostrarte las fotos como si acabara de descubrir el invento de la fotografía?, en fin, de boda in aetérnum, y a seguir sonriendo, uy que fotos más monas.

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