La mesa

Es bueno que la inspiración te pille en la mesa de trabajo. Siempre y cuando tengas mesa y por descontado trabajo. Parece, que nuestros dirigentes se han quedado sin mesa y, estar acostumbrados a no tener de lo otro, trabajo y/o inspiración.

De ahí la importancia del mejor invento tras la rueda. Y cuando digo tras la rueda no me refiero al espacio tiempo sino en términos de utilidad. La silla, elemento nada valorado por la sociedad salvo por algunos. Si es cierto que puede diferir del original, silla, transformándose en algo más blando, más acogedor y sobretodo más cómodo, el sillón.

El que se va a Sevilla pierde su silla. Y Sevilla arde de gentío aunque resulte difícil encontrar político alguno. Así pues tenemos silla, sillón, butaca, butacón. Pónganse los grandes genios del país a inventar de alguna manera, una superficie paralela al suelo, no importa con cuantas patas pero que se sostenga ofreciendo resistencia a la ley descubierta por Newton. Descubran pronto ese elemento, eso sí, con la suficiente altura para que nuestros protagonistas no lo confundan con el instrumento que suele ir acompañado de sabanas, porque de eso también saben hacer los mandamases. De hecho, se la suelen hacer incluso a sus propios compañeros en más de una ocasión.

Que tendrá la silla, sillón, butaca, butacón que nadie la suelta. No es la gomaespuma, ni el tapizado de piel, ya que el artilugio pegadizo también tiene la variante de banco, bancada, dispuesta en muchas ocasiones en semicírculo.

Encuentren por favor el complemento ideal, con las mismas características enganchosas, maximicen el I+D+I tan de moda actualmente. No se preocupen por los costes porque será fácil financiarlos por sufragio popular. Todo se dará por bueno si conseguimos que los prohombres tengan el mismo apego por su mesa que por su silla. Y en cuanto a la inspiración, seamos optimistas, llegará. Hasta a un tonto como yo, le llega.

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