Mejor pasear que caminar

Siempre resulta mejor pasear que caminar. Parece como algo antiguo, ñoño. Nos retrotrae a historias de nuestros mayores, paseando por las ramblas, muy cerca, hasta conseguir ese roce furtivo con los dedos de la mano. Todas las poblaciones que se precien han tenido una por lo menos.

Sin embargo, ese estilo de colocar un pie delante del otro no debería estar circunscrito a ese tipo de vías, casi circuito, por donde dejar pasar el máximo tiempo posible en llegar de un punto determinado a otro.

Del todo recomendable para los ciudadanos. Esta actividad resulta muy beneficiosa en según que circunstancias y casi un tratamiento para momentos como en los que vivimos.

Dentro de la comunicación no verbal todos los investigadores coinciden en que la postura corporal es un claro indicativo de la áctitud del sujeto. Cualquier persona un poco perspicaz lo tiene comprobado a la luz de la experiencia, sin embargo, no es tan conocido y no por ello menos demostrado que un cambio postural conlleva un cambio de actitud siendo el subconsciente el que toma el mando.

Esforzarse en pasear, en vez de caminar, cuando se va por el pan puede resultar un buen punto de partida. Pero la prueba definitiva estará en conseguir pasear, no cuando se va a un mandado, sino cuando uno se encamina a una cita, personal o profesional.

Las piernas se aceleran como si de una carrera se tratará, incluso hay quien hasta la inicia para terminar de cruzar un paso de cebra por ejemplo. Si además se “viaja” solo, la complicación aumenta de forma exponencial. Y si como dijimos la postura y el subconsciente forman vasos comunicantes, así vamos.

Por eso hoy más que nunca, resulta mejor pasear que caminar. Porque son muchas las oportunidades que tenemos para ponerlo en practica, y así iniciar un cambio. Un cambio que debe empezar en uno mismo. Y nuestra postura cambiará nuestra actitud. Ésta a su vez facilitará el cambio de la de nuestro vecino, y así podremos dar la vuelta a esta pandemia.

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